Regla de San Alberto Patriarca de Jerusalén
La regla de San Alberto, Patriarca
de Jerusaléma los ermitaños del
Monte Carmelo.
Compilada
en el latín original y en sus diversas traducciones al castellano y otros
idiomas, así como una introducción y
varias lecturas históricas para la comprensión de su historia en la muy santa
iglesia.
A |
lberto, llamado
a ser Patriarca de la Iglesia de Jerusalén para la
gracia de Dios, para los amados hijos en Cristo, Brocardo y demás ermitas, que viven bajo su obediencia
junto a la fuente en el Monte Carmelo, en el Señor
salud y del Espíritu Santo bendición.
2. En muchos lugares y de muchos
modos (Heb 1,1) los santos Padres instituyeron de qué manera cada uno, en cual fuere
su orden, o bien, cualquier modo de vida religiosa; Ha de vivir en obsequio de Jesucristo
(2Co 10,5), sirviéndole lealmente de corazón puro y buena conciencia (1Tm 1,5).
La verdad, porque pedís a nosotros, para que, siguiendo
a vuestro propósito, os entreguemos la fórmula de vida adecuada a vuestro
proyecto común, cuanto a que deberán tenerlo en futuro:
Capítulo I
De la elección del prior, y de los votos que se le han de proponer
3. Aquello, en primer lugar instituimos,
para que uno desde vosotros tengáis prior;
El cual, desde la unanimidad será elegido
a este oficio, o bien, de la mayor y más sana parte.
A este prometerá obediencia cada uno de los demás y, prometida, sea observada por
obra de verdad (Jn 3,18), observar con castidad y abdicación de la propiedad.
Capítulo II
Del lugar, y sitio
en que se deben fundar nuestros conventos.
4. Podréis, pues, estableceros en los desiertos,
o bien, donde para vosotros donada fuera a vuestra observada religión. Apta y cómoda, según lo que el prior y los hermanos
pareciere conveniente.
Capítulo III
De las celdas de los
hermanos. Adición de Inocencio IV.
5. Además, en vista de la situación del lugar escogido para residencia,
tenga cada uno de vosotros celda separada, que le habrá asignado el prior mismo, con la
anuencia de los otros hermanos o de los más graves.
Capítulo IV
De la mesa común
6. Así, sin embargo, para que toméis en un refectorio común los alimentos que os repartieren,
comunitariamente, para oír alguna lección de la Sagrada Escritura, en donde
cómoda pueda tomarse sin dificultad.
En la regla original:
Que
viviere cada religioso solitario en su celda, y en ella, sin compañía de otro, comiere lo que le dieren
para el alimento, y conservación de esta
vida.
Capítulo V
De mudarse o permanecer
en una celda.
7. Ni permitan a ningún hermano, sino la licencia del
prior que hubiere por entonces, mudarse de celda asignada, ni intercambiarla por
otra.
Capítulo VI
De la celda de los
priores
8. La celda del prior estará a la entrada del lugar de residencia,
para que sea él quien primero reciba a los visitantes,
y disponga luego, a discreción, cuanto
se haya de hacer.
Capítulo VII
De las celdas y su
estadía.
9. Permanezca cada uno en su celda,
o junto a ellas, meditando día y noche
la ley del Señor (1P 4,7) y vigilantes en oración, no estando legítimamente ocupados en otras ocupaciones.
Capítulo VIII
De las canónicas.
10. Los que saben rezar las horas
canónicas con los sacerdotes, las rezarán conforme a las instituciones,
y reglas de los santos padres, y costumbre aprobada por la iglesia. Los que no supieren
rezar, dirán por maitines veinte y cinco veces
el Padre nuestro, excepto en los domingos, y Fiestas solemnes, en cuyos maitines
determinamos, que se doble dicho número, de
forma que esta misma oración se diga
cincuenta veces. En laudes se dirá siete,
y otras tantas en cada hora; excepto en vísperas,
en que se dirá la misma oración quince veces.
Capítulo IX
De no tener propiedad.
11. Ningún hermano considerará alguna cosa como suya. Pues, sino
para vosotros tenedlo todo en común (Hech
4,32; 2,44) y sea distribuido a cada uno por manos de prior, o por el hermano que
haya designado para ese oficio, distribuirá a cada
uno cuanto le haga falta (Hech 4,35), atendiendo a la edad y a las necesidades de
cada uno.
12. Se os autoriza la posesión de asnos o mulos, en la medida
de lo preciso, así como la cría de algunos animales o aves.
Capítulo X
Del oratorio y la
misa.
13. El oratorio, si es posible,
sin mayor incomodidad, sea construido en medio de las celdas, donde habéis de reuniros cada mañana para participar en la celebración de la misa, en donde resulte fácil en la práctica.
Capítulo XI
De los capítulos y las correciones.
14. Los domingos u otros días, si fuere menester, se hará Capitulo Conventual, y en él se tratará de la custodia, guarda de la Religión y lo que conduce para la salud,
y bien espiritual de las Almas, en él se corregirán con caridad las culpas de los
Religiosos, si hallaren algunos culpados, y defectuosos.
Capítulo XII
Del ayuno
15. Ayunareis todos los días (excepto los domingos) desde
la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, halla el día de la Resurrección del Señor, excepto en caso de enfermedad,
o debilidad corporal, o que medie otra causa justa porque la necesidad no tiene
ley.
Capítulo XIII
De la carne
16. Observad la abstinencia de carne,
a menos que la toméis como remedio en caso de enfermedad
o debilidad. Y porque vosotros, debido a los viajes, tenéis que mendigar a menudo vuestro
sustento, fuera de casa podréis comer
legumbres preparadas con carne, a fin de ahorrar molestias a quien os dé hospedaje. Pero queda autorizada
la comida de carne en las travesías.
Capítulo XVI
Armas para el combate
espiritual
17. Porque la vida del hombre en
este mundo es tiempo de tentación (Jb 7,1),
y los que piadosamente quieren vivir en Cristo han de ser perseguidos: (2Tm 3,12),
y vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar (1P 5,8), procurad con toda solicitud poneros las
armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo (Ef 6,11).
Ceñíos el cíngulo de la castidad (Ef 6,14).
Protegeos con el peto de piadosas
consideraciones, pues escrito está: "El
pensamiento santo te guardará" (Pr
2, 11 LXX).
Por coraza vestíos la justicia (Ef 6,14), a fin
de amar al Señor, vuestro Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las
fuerzas (Dt 6,5), y al prójimo como a vosotros mismos.
Tened siempre embrazado el escudo
de la fe, que os permitirá apagar las flechas incendiarias
del malo (Ef 6,16); pues sin fe es imposible agradar a Dios (Heb 11,6).
Tomad por casco la salvación (Ef 6,17), confiando en el único Salvador que libera a su pueblo
de los pecados (Mt 1,21).
Que la espada del Espíritu, toda palabra de Dios (Ef 6,17),
os pueble colmadamente (Col 3,16) los labios y el corazón (Rm 10,8). Y cuanto hagáis, realizadlo por la palabra del
Señor (Col 3,17; 1Co 10,31).
Capítulo XV
Laboriosidad
18. Empleaos en algún trabajo, para que el diablo os
halle siempre ocupados; no sea que, por culpa de la ociosidad, descubra el maligno
brecha por donde penetrar en vuestras almas. Tenéis
a propósito la enseñanza, así como el ejemplo del apóstol san Pablo, por el que hablaba
Cristo (2Co 13,3), y al que Dios nombró pregonero
y maestro para predicar a los paganos la fe y la verdad (1Tm 2,7). Si lo seguís, imposible equivocaros. Escribe
él: "No vivimos entre vosotros
sin trabajar, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga
para nadie. No es que no tuviésemos derecho
para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros,
os lo mandamos: 'El que no trabaja, que no coma'. Porque nos hemos enterado de que
algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les mandamos
y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con
tranquilidad para ganarse el pan" (2Ts 3,7-12). Este es un buen camino de santidad:
¡a recorrerlo! (Is 30,21)
Capítulo XVI
Práctica del silencio y del cuando hablar.
19. Valora, empero, el Apóstol el silencio, por el hecho de
imponerlo en el trabajo (II Tes 3,12). Y como afirma el Profeta: Obra de la justicia
es el silencio (Is 32,17). Y en otro lugar: "Vuestra fuerza estriba en callar
y confiar" (Is 30,15). Por tanto, ordenamos que guardéis silencio desde la terminación de completas hasta después del rezo de prima del día siguiente. Fuera de este tiempo,
aunque la práctica del silencio no sea tan estricta,
evitad cuidadosamente la charlatanería; pues,
como enseña la Escritura y lo abona la experiencia:
"En el mucho hablar no faltará pecado"
(Pr 10,199.) Y: "Quien suelta los labios, marcha a la ruina" (Pr 13,3).
Y también: "El locuaz se hace odioso"
(Si 20,8). El Señor, a su vez, advierte en el Evangelio:
"De toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio" (Mt 12,36). Por
consiguiente, que cada uno haga balanza y pesas para sus palabras, y puerta y cerrojo
para su boca (no sea que resbale a causa de la lengua y caiga, y su caída resulte mortal sin remedio) (Si
28,29-30), vigilando su proceder, conforme al aviso del Profeta, a fin de que no
se le vaya la lengua (Sal 38,2). Que cada cual se afane con todos sus cinco sentidos
por guardar el silencio, obra de la justicia (Is 32,17).
Capítulo XVII
Humilde servicio de
autoridad
20. Tú, ahora bien, hermano Brocardo,
y cualquiera que después de ti fuera instituido prior,
aquello siempre lo tendrán en mente y sirvan en obra, lo
que el Señor dice en el Evangelio: "Cualquiera
que quiera ser el mayor entre vosotros, y cualquiera que quiera entre vosotros ser
primero, que sea vuestro esclavo" (Mt 20,26- 27; Mc 10,43-44).
Capítulo XVIII
Obediencia obsequiosa
al prior
21. Vosotros, también los demás hermanos, a vuestro prior, honrad
humildemente, fijándoos, más que en su persona, en la de Cristo,
que os lo puso como superior, y que afirma a propósito
de los pastores de la Iglesia: "Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os
rechaza, a mí me rechaza" (Lc 10,16). Hacedlo
así, para que no os condenen en el
juicio por menosprecio de la autoridad; antes bien, os recompensen con la vida eterna,
en pago de vuestra obediencia.
Capítulo XVIV
Epilogo de la regla.
22. Esto brevemente escribimos para
vosotros de vuestra conversación a formula
de vida, según la cual debéis vivir. Si alguno, pues, rebasare,
el mismo Señor cuando regrese, se lo retribuirá. Procédase, sin embargo, con discreción, ya que ella atempera la práctica de las virtudes.
Regula Sancti Alberti
Salutatio
A |
lbertus, Dei gratia
Hierosolymitanae Ecclesiae vocatus Patriarcha, dilectis in Christo filiis B. et
caeteris eremitis qui sub eius obedientia iuxta fontem in Monte Carmeli morantur:
in Domino salutem, et Sancti Spiritus benedictionem.
Prologus: de sequela Christi deque fratrum proposito
2. Multifarie
multisque modis sancti patres instituerunt qualiter quisque, in quocumque
ordine fuerit, vel quemcumque modum religiosae vitae elegerit, in obsequio Jesu
Christi vivere debeat, et eidem fideliter, de corde puro et bona conscientia,
deservire. Verum, quia requiritis a nobis ut iuxta propositum vestrum tradamus
vobis vitae formulam, quam tenere in posterum debeatis:
De Priore ex communi assensu habendo
3. Illud in
primis statuimus ut unum ex vobis habeatis Priorem qui, ex unanimi omnium
assensu, vel maioris et sanioris partis, ad hoc officium eligatur.
Quid priori praestari debeat
4. Cui
obedientiain promittat quilibet aliorum, et promissam studeat operis veritate
servare cum castitate et abdicatione proprietatis.
De receptione locorum
4a. Loca
autem habere poteritis in eremis, vel ubi vobis donata fuerint ad vestrae
religionis observantiam apta et commoda, secundum quod Priori et fratribus
videbitur expedire.
De cellulis fratrum separatis
5. Praeterea,
iuxta situm loci quem inhabitare proposueritis, singuli vestrum singulas
habeant cellulas separatas, sicut per dispositionem Prioris ipsius, et de
assensu aliorum fratrum vel sanioris partis, eaedem cellulae cuique fuerint
assignatae.
De communi refectione
5a. Ita tamen
ut in communi refectorio ea quae vobis erogata fuerint, communiter aliquam
lectionem Sacrae Scripturae audiendo, ubi commode poterit observari, sumatis.
De cellulis deputatis non mutandis
6. Nec liceat
alicui fratrum, nisi de licentia Prioris qui pro tempore fuerit, deputatum sibi
mutare locum, vel cum alio permutare.
De cellula et gubernio Prioris
7. Cellula
Prioris sit iuxta introitum loci, ut venientibus ad eundem locum primus
occurrat, et de arbitrio et de dispositione ipsius postmodum quae agenda sunt
cuncta procedant.
De mansione in cellulis ac iugi oratione
8. Maneant
singuli in cellulis suis, vel iuxta eas, die ac nocte in lege Domini meditantes
et in orationibus vigilantes nisi aliis iustis occasionibus occupentur.
De recitandis
9. Ii qui
horas canonicas cum clericis dicere norunt, eas dicant secundum constitutionem
sacrorum patrum et Ecclesiae approbabata consuetudine ad horas tam
consuetudinem. Qui eas non noverunt, viginti quinque vicibus 'Pater noster'
dicant in nocturnis vigiliis, exceptis Dominicis et solemnibus diebus, in
quorum vigiliis praedictum numerum statuimus duplicari, ut dicatur 'Pater
noster' vicibus quinquaginta. Septies autem
eadem dicatur oratio in laudibus matutinis. In aliis quoque horis septies
similiter eadem sigillatim dicatur oratio, praeter officia vespertina, in
quibus ipsam quindecies dicere debeatis.
De non habendo proprio, vitaque communi conducenda
10. Nullus
fratrum aliquid esse sibi proprium dicat, sed sint vobis omnia communia, et
distribuatur unicuique per manum Prioris, id est per fratrem ab eodem ad idem
officium deputatum, prout cuique opus erit, inspectis aetatibus et
necessitatibus singulorum.
Quod liceat haberi in communi
10a. Asinos
autem, sive mulos, prout vestra expostulaverit necessitas, vobis habere liceat,
et aliquod animalium sive volatilium nutrimentum.
De oratorio et de audienda Missa cotidie
11.
Oratorium, prout commodius fieri poterit, construatur in medio cellularum, ubi
mane per singulos dies ad audienda missarum solemnia convenire debeatis, ubi
hoc commode fieri potest.
De fraterna collatione ac correctione
12. Dominicis
quoque diebus, vel aliis ubi opus fuerit, de custodia ordinis et animarum
salute tractetis; ubi etiam excessus et culpae fratrum, si quae in aliquo
deprehensae fuerint, caritate media corrigantur.
De ieiunio
13. Ieiunium
singulis diebus, exceptis Dominicis, observetis a festo Exaltationis Sanctae
Crucis usque ad diem Dominicae Resurrectionis, nisi infirmitas vel debilitas
corporis, aut alia iusta causa, ieiunium solvi suadeat, quia necessitas non
habet legem.
De abstinentia carnium
14. Ab esu carnium abstineatis, nisi pro
infirmitatis vel debilitatis remedio sumantur. Et quia vos oportet frequentius
mendicare itinerantes, ne sitis hospitibus onerosi, extra domos vestras sumere
poteritis pulmenta cocta cum carnibus. Sed et
carnibus supra mare vesci licebit.
De armis spiritualibus
15. Quia vero
tentatio est vita hominis Super terram, et omnes qui pie volunt vivere in
Christo persecutionem patiuntur, adversarius quoque vester, diabolus, tamquam
leo rugiens circuit quaerens quem devoret, omni solicitudine studeatis indui
armatura Dei, ut possitis stare adversus insidias inimici. Accingendi sunt lumbi
cingulo castitatis; muniendum est pectus cogitationibus sanctis, scriptum est
enim: Cogitatio sancta servabit te. Induenda est lorica iustitiae ut Dominum
Deum vestrum ex toto corde et ex tota anima et ex tota virtute diligatis, et
proximum vestrum tamquam vos ipsos. Sumendum est in omnibus scutum fidei, in
quo possitis omnia tela nequissimi ignea extinguere, sine fide enim impossible
est placere Deo, victoria: fides vestra Galea quoque salutis capiti imponenda
est, ut de solo Salvatore speretis salutem, qui salvum facit populum suum a
peccatis eorum. Gladius autem spiritus, quod est verbum Dei, abundanter habitet
in ore et in cordibus vestris, et quaecumque vobis agenda sunt, in verbo Domini
fiant.
De labore manuum
16. Faciendum
est vobis aliquid operis, ut semper vos diabolus inveniat occupatos, ne ex
otiositate vestra aliquem intrandi aditum ad animas vestras valeat invenire.
Habetis in hoc beati Pauli Apostoli magisterium pariter et exemplum, in cuius
ore Christus loquebatur, qui positus est et datus a Deo praedicator et doctor
gentium in fide et veritate; quem si secuti fueritis, non poteritis aberrare.
In labore, inquit, et fatigatione fuimus inter vos, nocte ac die operantes, ne
quem vestrum gravaremus. non quasi nos non habeamus potestatem, sed ut nosmetipsos
formam daremus vobis ad imitandum nos. Nam, cum essemus apud vos, hoc
denuntiabamus vobis, quoniam si quis non vult operari non manducet. Audivimus
enim inter vos quosdam ambulantes inquiete, nihil operantes. Iis autem qui
eiusmodi sunt denuntiamus et obsecramus Domino Jesu Christo. ut cum silentio
operantes suum panem manducent. Haec via sancta est et bona: ambulate in ea.
De silentio
17. Commendat
autem Apostolus silentium, cum in eo praecipit operandum, et quemadmodum
Propheta testatur: Cultus iustitiae silentium est; et rursus: In silentio et
spe erit fortitudo vestra.
Ideoque
statuimus ut dicto completorio silentium teneatis usque ad primam dictam
sequentis diei.
Alio vero
tempore, licet silentii non habeatur observatio tanta, diligentius tamen a
multiloquio caveatur, quoniam sicut scriptum est - et non minus experientia
docet - In multiloquio peccatum non deerit, et qui inconsideratus est ad
loquendum sentiet mala; item, qui multis verbis utitur, laedit animam suam; et
Dominus in Evangelio: De omni verbo otioso quod locuti fuerint homines, reddent
rationem de eo in die iudicii. Faciat ergo unusquisque stateram verbis suis, et
frenos rectos ori suo, ne forte labatur et cadat in lingua, et insanabilis sit
casus eius ad mortem, custodiens cum Propheta vias suas, ut non delinquat in
lingua sua et silentium, in quo cultus iustitiae est, diligenter et caute
studeat observare.
Exhortatio Prioris ad fratribus inserviendam
18. Tu autem,
frater B., et quicumque post te institutus fuerit Prior, illud semper habeatis
in mente, et servetis in opere, quod Dominus ait in Evangelio: Quicumque
voluerit inter vos maior fieri, erit minister vester, et quicumque voluerit
inter vos primus esse, erit vester servus.
Exhortatio fratrum ut Priorem tamquam locum Christi tenentem
honorent
19. Vos
quoque, caeteri fratres. Priorem vestrum honorate humiliter, Christum potius
cogitantes quam ipsum, qui posuit illum super capita vestra, et Ecclesiarum
praepositis ait: Qui vos audit, me audit, qui vos spernit, me spernit: ut non veniatis
in iudicium de contemptu, sed de obedientia mereamini aeternae vitae mercedem.
Epilogus: de operibus supererogatoriis discrete exercendis
20. Haec
breviter scripsimus vobis, conversationis vestrae formulam statuentes, secundum
quam vivere debeatis. Si quis autem supererogaverit, ipse Dominus, cum
redierit, reddet ei. Utatur tamen discretione, quae virtutum est moderatrix.
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